Donde ellos van

Ellos.(5958069)

 

A mis amigos perrunos; a mi añorado Atom y a mi querido y ahora compañero Willy.

 

Willy; atiende y no te duermas, que te voy a contar tu historia, y la de Atom, de cómo cambio mi vida desde el momento que os conocí, y de cuanto llore cuando lo perdí a el.

Mi añorado Atom.

Y ahora tu compartes mi feliz vida; gracias  Willy.

“Un día, hace ya varios años, paseando con Atom, una preciosa niña llamada Carlota, se enamoró de el, bueno ella se enamoraba de todos los animales, quería ser veterinaria de mayor, para hacer la vida más fácil a todo ellos; decia.

En el trabajo añorado,  que deje atrás, era todo “brusquedad”, rapidez, precipitación, celeridad, ímpetu y  a veces violencia y  dureza, mucha dureza….......psicológica.

Y por circunstancias de la vida que nunca te atreves a predecir, terminé en Toledo,  en una nueva responsabilidad, en un mundo diferente, en el que todo era, armonía,  dulzura, belleza, ternura, simpatía, risas sinceras, y amor, sobre todo un considerable e inmenso amor.

Conocí, corazones blancos y almas limpias, risas sinceras y amor eterno; me imbuí en el  mundo de las personas con  discapacidad psiquica, y tuve también la inmensa alegría de conocer el bello universo de los “animales”.

Un día paseando al lado de mi peludo, una niña de pocos años, se le quedo mirando.

Me gustan los perros, dirigiéndose a mí con toda naturalidad; me dijo.

Me dejas tocarlo?

Claro, por favor, a él le gustan las niñas.

¿Me cuentas su historia?

Y nos sentamos, en el banco del parque, los cuatro, Carlota, su madre, mi peludo, y el narrador.

Hace ya muchos años; la memoria no me deja recordar, cuando yo era como tu de pequeñito, mis padres me contaron una historia que a su vez a ellos se la habían contado sus abuelos y así muchas generaciones anteriores. Esta historia nació, miles y miles de años atras;  al principio de los tiempos.

Mis padres me enseñaron, que un día Dios creó a los ángeles y les dio diferentes formas, a unos los hizo animales para que viviesen por la selva, a otros los concibió para que habitasen el mar, a miles de ellos para que surcasen los cielos con sus adorables alas, surcando al viento.

Y así, infinitos y maravillosos ángeles, poblaron la tierra, y  a todos ellos Dios les dio una misión.

 

 

 

Y los ángeles se sintieron  felices con su cometido, aunque Dios mandó a todos a la tierra, les conminó, que su principal misión, era acompañar a las personas y acrecentar su felicidad.

Pero unos se sintieron especialmente más felices y “orgullosos” de la misión encomendada por Dios, iban a estar más cerca de los llamados humanos, estos, eran los ángeles a los que Dios les llamo perros.

Estarían siempre cercanos a nosotros, constantemente, a nuestro lado, para que cuando estuviésemos tristes, ellos nos deleitarían con su compañía, secasen nuestras lágrimas con sus lametones, calmasen nuestra ira con su mirada tierna, ayudasen a los ciegos a caminar  y sobre todo para mostrarnos todo el amor que eran capaces de proporcionarnos. Ellos nos demostrarian y  gozariamos  de su fidelidad eterna.

Y pasaron los años y crecí, como crecerás tu un día.

Una tarde con los ojos llenos de tristeza y soledad, tumbado en mi sillón favorito de mi casa, recién estrenada, llena de tranquilad y de recuerdos no muy lejanos, llamaron a mi puerta.

Y al abrir esta, me desconcertó lo que vi; varias cositas peludas y negras en los brazos de un niño.

¿Quiere alguno señor?

Solo veía pelos negros,  mire de nuevo más detenidamente y me di cuenta  que eran tres perros; el niño los sostenía en sus brazos, estaban temblando.

No quiero; no puedo cuidarlos, fue mi reacción brusca e impertinente a los ojos de ese crio.

En el mismo instante, sucumbí ante mis dudas eternas; “ Ahora estoy solo en esta ciudad desconocida, muy triste, lleno de recuerdos, me hará compañía”.

Pero nunca había tenido un perro; de nuevo, titubeaba en qué hacer.

¿Y para que quiero yo un perro?, no sabré cuidarlo, ¡nada no quiero ningun perro¡ le espete al chaval.

¡Señor sólo mire sus ojitos; observe como le mira el que tiene las patatitas blancas; mírele solo una vez; por favor¡.

Insistente el crio.

Está bien, respondí, y con la mirada desprendida mire  los ojitos del perro de las patas blancas.

Y cuando mi mirada se cruzó con la suya, me cautivaron esos ojos, en los que solo vi apego, parecía que  me decía;

¡Quédate conmigo¡

Y el perro de las patas blancas me cautivó.

Y esa noche dormí con el perro de los ojos seductores, a mi lado, en mi habitación.

Atom, me dijo la veterinaria, será un bonito perro, le llamaremos así, era el nombre de un gran dios en la época egipcia.

Y Atom se convirtió en mi sombra, me acompañó durante mucho tiempo  jugué con él, reí y lloré,  me lleno de alegrías en mis momentos de tristeza, hicimos grandes viajes, visitamos valles y paseamos por ríos y esos ojos que me habían cautivado desde el primer momento, nunca dejaban de mirarme, y esos ojos  me trasmitían contantemente felicidad.

¿”Qué puedo hacer más por ti, eres feliz  a mi lado”?

Yo lo “entendía” y lo besaba.

Lo soy, claro que lo soy, era mi respuesta sincera.

Y Atom se tumbaba a mis pies.

Una noche, como otra cualquiera, al despedirme de el con un tironcito de orejas, creí percibir en esos ojos algo de tristeza.

Mi larga noche se convirtió en un duerme- vela, estaba triste.

”Ya eres mejor persona que cuando te conocí, mi estancia a tu lado ha terminado”, Dios nos envía a los perros un tiempo para transmitiros dulzura y amor por todos los seres sintientes que os rodean, para enseñaros a ser más dulces con ellos; si me has querido a mí, y sé que lo has hecho, amarás más a todas las personas y seres de los que estas cerca, todos los que están a tu lado, a tus amigos, a tu familia, parecía que me decían aquellos ojos”; has compartido un trocito de tu corazón conmigo; gracias, ya me puedo marchar, al lado de quien me mando junto a ti, para quitarte esa tristeza que te invadía cuando te conocí; sé que tu llanto será eterno, pero no te preocupes, te seguiré acompañando desde “allí arriba”, y te continuaré cuidando, eso sí; le diré a quién me acercó a ti, que te has quedado muy afligido y desolado, veremos si EL puede hacer algo por ti de nuevo.

¡Y “desperté” sobresaltado¡.

¿Había estado soñando?

Y salí como todas las mañanas a saludar a mi querido perrico, Atom.

Y este había desaparecido.

Escudriñé mi casa rincón a rincón, patee mi jardín, y no lo encontré, lloré y lloré, y busqué por todos sitios, viajé con esperanza, lo llamé y grite su nombre, indagué campos y perreras, ofrecí mi vida por él, y así durante incontables días y noches eternas, y este no apareció.

Y la felicidad y la alegría recuperada, se volvió de nuevo en tristeza y soledad camuflada.

Y pasaron los meses y mis ojos seguían vidriosos y acaudalados de lágrimas.

Imposible arrebatarme esa tristeza que invadía todo mi cuerpo, dolorido y mi alma llena de pena, por la pérdida de mi fiel e inseparable compañero.

Y yo seguí buscando, mirando, oteando, por cualquier sitio inimaginable, pero nunca lo volvi a encontrar.

Y un día al despertar, todavía con mi cara plagada de un total  desconsuelo, mi cuerpo se rebujó, y sentí algo, y creí volver a ver esos ojos y esas patitas blancas que un día encadenaron mi alma.

Y creí escuchar que me decían:”

“Trátalo y quiérelo como me has cuidado y querido a mi.”

“No entendía nada………seguiría soñando, concluí”.

Cuando abrí la puerta de mi jardín, el sol arrasó mi pasillo, parece ser, despechado, por haber esperado tanto para gozar de ese día, de irradiante y esplendorosa brillantez, el astro estaba eufórico.

Mis ojos, todavía deslumbrados por el entusiasmo de ese refulgente día, e hipnotizados por lo que creían, estaban observando, se entornaron.

¡Imposible; no podía ser¡.

……………….Y en la puerta de mi luminoso jardín, observe a una cosita peluda, todavía tiritando de frio, que parecía me estaba esperando, los ojos, eran esos;  igual que mi añorado, recordado y querido Atom.

Y en mis ojos se despertó de nuevo una alegría, ya claudicada en el tiempo, por la fuerza de la tristeza.

Willy me acompaña desde hace ya varios años, los mismos ojos, los mismos gestos, pero diferente carácter, la misma dulzura.

Y yo cada vez que lo miro creo que amo  y quiero más; se engrandece mi cariño por todo el mundo y sobre todo  soy inconmensurablemente mucho más feliz  y  mejor  persona.

…………..Y allá; al final, vi los colores del arco iris, y observé a unos felices perricos corriendo y saltando, riendo y ladrando, brincando, correteando y jugando, allí todo era dulzura, amor, belleza, armonía; ellos,  todos, eran  ternura, “ destilaban” amor, cariño, pasión, bebían entre manantiales de luz bañada por un sol, color oro fuego y ladraban,  los perros, se miraban unos a otros eran,………casi del todo felices.

Y oteaban, el horizonte, con su inigualable y sublime olfato, como si esperasen algo eternamente,  para su completa felicidad.

Los esperaban a ellos.

Si, y yo seguía caminando…… y allí estaba, mi querido Atom, este se adelantó a todos los demas, saltaba, brincaba, giraba y reía; me daba la bienvenida.

Y advertí que se dirigía hacia mí, con esos ojos inconfundibles, la cabeza levantada y con su rabo haciendo nebulosas de alegría, y empezó a caminar y después a correr, y se abalanzó sobre mí, lametones y más mordisquitos y vi que eran sus ojos y su hocico blanco y sus patitas medio negras y corría a mi lado y saltaba, reía, me achuchaba y ladraba, y esos ojos me “decían”; ahora soy completamente feliz, estamos de nuevo juntos y ¿sabes? nunca, nunca más te dejaré sólo, jamás me separaré ya de ti.

Atom me incito acompañarle.

"¡Vamos te voy a presentar a mas amigos peludos¡."

Espera Atom; le dije, traigo a otro amigo, no me quiso dejar partir solo, se vino conmigo, el me confesó, que tenía una “misión” que tú le habías confiado; la de nunca abandonarme; y el,  tampoco lo haría, es mi amigo inseparable, no podía dejarme partir sin su compañia, es alguien a quien  conoces; tu lo pusiste a mi lado, para paliar mi tristeza cuando partiste.

"EL me reclamo y debí volver, ya había cumplido mi misión; eras mejor persona".

Y Willy apareció a mi lado saltando, riendo, ladrando, balanceándose con sus andares característicos por tener de nuevo a su lado Atom, y  así fuimos, felices, eternamente y en la vida ya, no nos separaríamos, y así fui estrechamente, desesperadamente  feliz al lado de mis dos  amigos perrunos”.

Y entonces distinguí un universo plagado de nebulosas, de colores negros, azulados y ocres, que me “transportaban” de mis sueños.

Y me desperté, tumbado en mi jardín,  al lado de mi fiel amigo, era un verano candente y cálido, las estrellas brillaban como en ningún tiempo las había observado antes.

¿Qué mejor compañía podía demandar para mirarlas y soñar con ellas que mi amigo perruno, este, estaba a mi lado.

Y creí ver unos ojos que me miraban desde ese cielo lleno de ingrávidos sueños.

¡Hola Atom!, dije; ¡gracias¡

Y Willy, reposando su mirada también en “esos ojos” que nos observaban desde la lejanía inconmensurable del universo;  ladró.

Un ladrido apagado, eterno, melancólico.

¿Tú también los has visto?, le pregunte?

Y escuche de nuevo ese ladrido, esta vez  colmado de júbilo.

Y Willy con esos ojos sensitivos, me miró, se acurrucó a mi lado y se durmió.

Y así  permanecimos, de nuevo sosegados, en un sueño reparador y complaciente…….y  volví a imaginar y vislumbré de nuevo las estrellas y el sol irradiando y desperté de nuevo; pero estaba soñando y me abrace a Willy y de nuevo imaginamos.

E imaginé que unos ojos me observaban y me susurraban al oído; “nosotros, jamás, nunca te abandonaremos y cuando partamos, lo haremos juntos, mi querido amigo……y soñé y divagué y seguí soñando; y pedí un deseo…………

“………SI LOS PERROS NO VAN AL CIELO, CUANDO MUERA, QUIERO  IR

DONDE ELLOS VAN”

Will Rogers