Tradiciones y aberraciones

Tradiciones y aberraciones

 

 

                                                  Willy cuando aún no te conocía mi ilusión favorita era recorrer España; desde peque mi afición han sido las dos ruedas, de hecho la primera que tuve la “tome prestada” de un vecino, termino con un  pequeño accidente en el rio, y allí se quedó…………………. no podía delatarme.

Y así transcurrieron los años, disfrutando de bellos paisajes y carreteras interminables atiborradas de curvas y noches eternas, debajo de una tienda de campaña, al lado de mi dos ruedas, olor aceite quemado y naturaleza en todos sus extremos salvaje.

Todo ha cambiado a veces a peor, ya las aldeas que disfrute en ni niñez han sido arrasadas por el cemento, y la usura humana llenándolas de urbanizaciones, y rompiendo ese silencio que a veces hoy, muchas veces añoro; eran otros tiempos; todo ha cambiado, hemos evolucionado, en muchas cosas menos en crueldad, esta cada vez se expande, la mente humana de muchas personas, es diabólica.

                                                Hoy te he cambiado por esos viajes; pero te prefiero a ti.

Nos dirigíamos a un pueblo de Teruel de cuyo nombre no puedo ni deseo acordarme. Lo que sí recuerdo todavía es el ronroneo de mis dos cilindros opuestos, que se ubican debajo de mi asiento, se trata de un sonido característico donde los haya. Mi chupa y guantes de invierno eran otros de mis acompañantes favoritos, aunque todavía no había llegado esa estación del año en la que suelen utilizarse, pero ya se sabe: Teruel existe……y más en otoño.

Saludos moteros en la carretera, todos con un mismo destino; Una concentración motera. Comida, siesta y después a ver un espectáculo de valientes, me dijo mi amigo, oriundo de ese pueblo, un territorio perdido entre las nieblas y nieves de esa hermosa tierra.

Su “burra” se llamaba “la violetera”; la que monto yo, Tuareg. Todos los moteros bautizamos a nuestras monturas.

Todo era fascinante en aquel pueblo: la clásica concentración motera, charlas, cerveza, risas y recuerdos compartidos.

Y llegó la noche. Fue entonces cuando mi amigo nos condujo hasta la plaza del pueblo.

-Hay un espectáculo de valientes -nos explicó-. Os gustara, ya veréis.

Y allí nos dirigimos, en nuestras “burras”, para presenciar lo que nosotros imaginamos que iba a ser una exhibición de motos.

Y nos acurrucamos unos contra otros, para abrigarnos de la gélida noche, que ya empezaba a despuntar en los albores de esa tarde fría que daba comienzo a una nueva estación.

-¡Horror! ¡No es una exhibición motera! -me advirtió mi acompañante, Silvia, la compañera que llevaba en la moto de “paquete”.

             Unos tipos burlescos, a los que llamaban los mozos, con sus caras pintarrajeadas a base de ceniza con grasa, empezaron a exhibirse en una especie de danza macabra, con antorchas en las manos. Así era como comenzaban a  demostrar su “valentía”. Seguidamente procedieron a atar a un indefenso y aterrado animal a un tronco previamente ubicado en mitad de la plaza del pueblo. Hasta ese momento, a la criatura a costa de la cual pensaban disfrutar, la habían tenido encerrada en una jaula mínima, durante interminables horas. Entonces la sacaron. Le ataron las antorchas a los cuernos y le prendieron fuego. Seguidamente, los mozos, cobijados detrás de una valla de barrotes de hierro, soltaron al toro, con las antorchas encendidas. Esos era los valientes.

Miré un instante los ojos de ese animal expuesto al terror, desamparado, indefenso; escuche sus chillidos y acto seguido en la misma plaza sin darme tiempo a retirarme a otro lugar vomite.

“Tengamos fe, en que la fuerza del razonamiento ético pueda vencer al egoísmo de nuestra especie.”

Peter Singer. Filosofo utilitarista. Melbourne 1946

-¿Y estos son los valientes? -me dirigí entonces a mi amigo- Por favor, explícame, ¿tiene alguna función creativa para la cultura y el desarrollo de vuestro pueblo esta horrible práctica?

Preparé las maletas de Tuareg y junto con mi acompañante, dijimos adiós al pueblo de los “valientes”; Eran las once y poco de la noche. Como la niebla se había adueñado de la carretera, hice que mi moto se deslizara a no más de 20 km hora.

           Esto no es conducir, ni el viaje de vuelta que esperábamos, si seguimos así nos la pegaremos, pensé. Vistas cuáles eran nuestras circunstancias, en el primer hostal que divisamos entre la espesa niebla hicimos noche. No pude dormir, ya que cuando conseguía adormilarme, la pesadilla de un ser indefenso sufriendo y los chillidos de dolor de éste atronaban de nuevo mis oídos, el sufrimiento amaneció conmigo.

         A partir del momento en que fui testigo de esa experiencia tan cruel detesto todo lo que es llamado desfachatadamente, injustamente, “cultura popular” en relación a festejos con animales.

         En ese pueblo observé una de las más viles aberraciones a las que puede llegar un ser que se autoproclama “racional”. Y no era más que un minúsculo ejemplo, una pequeña muestra de lo que  sucede y, como fui observando día a día, año tras año, constantemente a lo largo y ancho de toda la geografía de nuestro país.

        En cientos de pueblos de esta España nuestra se “celebran” todavía unas tradiciones, absurdas y crueles donde las haya: la tortura de animales, hasta terminar, lanceándolos, quemándolos, asesinándolos.

        Y yo me pregunto: ¿se ha conseguido evolucionar? Tecnológicamente mucho, eso es cierto. Pero biológica y mentalmente, observando a nuestros congéneres, día tras día, mes tras mes, año tras año, me atrevería a decir que no. Miles y miles de “personas” se han quedado ancladas en el pasado más lúgubre y cruel. Con respecto a los llamados “animales”, para ellos no hay reservado sino tortura y muerte despiadada. Matar por matar. O peor: matar para disfrutar.

 “No me importa saber si un animal puede razonar. Sólo sé que es capaz de sufrir y por ello lo considero mi prójimo”.

(Albert Schweitzer)

      El mrejor patrimonio de Eespaña, de la humanidad, es la cultura, y no la incultura, ajada de tortura.

     Los juegos olimpicos son tradiccion, la forja es una tradición, los damasquinados, el sombrero de copa, la capa española, la poesia, y así miles de tradiciones que han hecho de este país grande, han dejado de existir.

Se mantienen,mantenemos las mas aberrantes; ¿ por preguntemosnolo?

       Hasta la España feudal, acompañada de su respectivo vasallaje en sus tiempos fue una tradición;  las glebas y la esclavitud de seres humanos también.

       La quema en hogueras de “herejes”, por la Inquisicion. El garrote vil, la horca, la guillotina en la Francia revolucionaria, las diferentes  torturas explayadas por este mundo,  inventadas por el hombre, para producir miedo y dolor, fueron tradiciones en otros tiempos ya pasados y olvidados; angustias aberrantes que gracias a Dios, diríamos los creyentes, han desaparecido, o van desapareciendo. Pero siguen existiendo otros “hombres” viles que, agarrándose, aferrándose al nombre de la tradición, tratan de perpetuar. Unas tradiciones subsumidas en lo más profundo de los tiempos, asesinas, falaces, y atroces, donde se alcanza lo más feroz de la naturaleza humana. Esa mal llamada tradición, tan desquiciada e inexplicable como los que la practican, torturando, haciendo sufrir, divirtiéndose y al final asesinando animales cuyo único pecado cometido es el de haber nacido, “diferentes” a nosotros, ellos han nacido para vivir, exactamente igual que los llamados seres “racionales” o “humanos”.

      Sentido común y un mínimo conocimiento, eso es lo único que se exige para evolucionar. Nunca ignorancia, incultura, falta de compasión y de un mínimo sentido de la justicia…..... que es lo que se lleva a cabo en demasiados pueblos de esta España, todavia inculta nuestra. Terribles y vergonzosas  “tradiciones”  que se condensan todavía a raudales.

     ¿La tortura la humillación, la muerte de un ser sintiente, es tradición, que tiene ello de cultura?

Es simple y llanamente quedarse ancorado en el tiempo, en aras de unas costumbres sangrientas, es un yerro de seres incultos, no evolucionados en ninguna de sus formas, mentes ignorantes que destilan muerte y que están abocadas a extinguirse, pero que antes de hacerlo seguirán produciendo muerte y dolor de forma gratuita.

¿Esto es cultura? Todos sabemos la verdad, hace tiempo que no existe excusa ni justificación. Es simplemente la tradición de disfrutar del dolor y convertir en borrachera la fascinación de la sangre ajena.

La ignorancia abrumadora que inspiran estas personas y que se basan en tradiciones subsumidas en el tiempo, es incompatible con una sociedad moderna y que dice llamarse civilizada.

Me gustan los investigadores, los científicos, los que se "emnborrachan" constantemente de I+D, eso es cultura, los escritores, poetas, el arte, la lectura, la música,  la gente culta, que me atiborra de sabiduría, los tejedores de sueños, los que enseñan, los amantes de la libertad, y los que aman al amor, los que rebosan conocimiento, de los que se puede uno cultivar. Quizás soy un puro envidioso de las personas que hacen avanzar este país, no así de las que quieren que sigamos sepultados en la edad media.

    Me cautivan las personas que abominan el sufrimiento causado a seres indefensos. En cambio detesto a los seres monstruosos que pululan por este mundo y que habitan estos pueblos dejados de la mano de dios, que en aras de una tradición aberrante y pasada de ciclo siguen, para diversión  de algunos, torturando, ensañándose y al final asesinando a seres desabrigados y expuestos pero sintientes exactamente igual que nosotros, los que nos  llamamos humanos.

   La Ilustración transportó a Europa la apertura de las mentes y la modulación de diversas costumbres. Las tradiciones más sanguinarias fueron abolidas en la mayoría de los países por donde esta se instaló. Sin embargo, en España se nos escapó la Ilustración. Tuvimos la desventura de que un rey cualquiera, tan insignificante como cruel, nos devolviera a la España medieval: Fernando VII. el rey felón, se encargó de seccionar de cuajo sus débiles nazcas, restauró la Inquisición, restableció la tauromaquia, recobró cuantos horrores habían ido desapareciendo. España se convirtió en una excepción, la única. La excepción que confirmaba la regla de que Europa evolucionaba. España recuperó su leyenda negra, iniciada con otro anterior rey, y esa nueva y desafortunada España negra, fue ilustrada, instruida, por el gran pintor maño, Goya, el cual nunca ensalzó en sus lienzos esa España esperpéntica, sino que hizo uso de ellos para denunciarla, con toda la fuerza y el poder que el arte en toda su imaginación es capaz de reunir para descubrir ante el mundo una culpa de la que aún no hemos sabido y a veces creo que no deseamos redimirnos.

Anacrónica y cruel, así quedó entonces y así sigue ahora, siempre excluida del más mínimo atisbo de enaltecimiento a la cultura y avance. Siempre alejada, esta España nuestra de la fuerza y el poder que conlleva el conocimiento la compasión y la justicia para los demás seres sintientes.

“Las corridas de toros son un vicio de nuestra sangre envenenada desde antiguo”

Jacinto Benavente premio nobel de literatura 1922

  Y mirando los ojos somnolientos de Willy, le pregunte; ¿que nos habéis hecho a los que nos llamamos seres “racionales" para que os tratemos con esa crueldad?

Y como siempre su respuesta fue un gran lametón; que entendi; como que: "LOS HUMANOS SOIS MALVADOS" acto seguido se tumbo al lado de mi cama a esperar el arribo de un nuevo dia.

Willy y Manu